Al desenvolverse en el mercado, el Comercio Justo ha recurrido a mecanismos y herramientas como los sellos de calidad (labels), los estándares privados y la certificación por terceros, propios de la gobernanza neo-liberal. Con el transcurso de los años, las instituciones reguladoras del Comercio justo (FLO) y su agencia certificadora (FLO-Cert.) se han profesionalizado y alejado de los productores y de los promotores de la iniciativa. Actualmente, podemos distinguir dos direcciones distintas hacía las cuales se orientan corrientes del Comercio Justo. Por un lado, su organismo regulador, FLO, avanza en la profundización de una lógica procesal/técnica centrada en la formulación de normas y estándares “sustentables” dentro de la International Environmental and Social Accreditation and Labelling Alliance (ISEAL). En este proceso, el énfasis se pone en establecer reglas para la creación y harmonización de estándares, mecanismos de medición de impactos de los sellos y de control de los procesos de certificación. Estos códigos están conocidos por su vaguedad y su fundamentación en leyes y normas internacionales, necesarias para satisfacer a los diversos participantes de la iniciativa. Se trata, por tanto, de procesos eminentemente técnicos y procesales que no toman en cuenta los temas políticos que subyacen en las definiciones de las calidades y de las normas que las delimitan y que establecen un nivel más en el ya complicado sistema piramidal de la gobernanza privada que constituye la regulación global mediante estándares. Por otro lado, las organizaciones de pequeños productores, como la Coordinadora Latinoamericana de Productores de Comercio Justo, deseosas de regresar a los principios que originaron el Comercio Justo y de retomar el control sobre la definición del Comercio Justo, han lanzado un sello propio, el Símbolo de los Pequeños Productores. Esta estrategia, como la anterior, acude al mercado, emplea agencias certificadoras (por terceros) y establece normas definitorias de la calidad para la utilización del sello. La diferencia estriba en que el organismo regulador, la Fundación de los Pequeños Productores organizados, A.C. (FUNDEPPO), se encuentra en manos de los pequeños productores y que las normas están fundamentadas en un código de valores irrenunciables (inclusión, sustentabilidad, solidaridad, respeto, transparencia, libertad, equidad, diversidad, congruencia, economía local, responsabilidad, justicia, integridad, confidencialidad, honestidad, calidad, trabajo infantil, profesionalismo) que está pensado para evitar las derivas y la dilución de principios que conoce FLO. La ponencia propone analizar en paralelo estas dos direcciones hacía las cuales se orientan diversos actores del Comercio Justo y las perspectivas que ofrecen en cuanto a su futuro.